lunes, 29 de junio de 2009

La Crisis Financiera Internacional

La preocupación, incertidumbre y desconcierto esta ya instalada en todos los ámbitos relacionados al mundo financiero y económico. La intensa conexión que existe entre los mercados globales implica que una crisis desatada en cualquier lugar del planeta tenga inmediata influencia la economía de cualquier país, primero por el lado financiero y luego formando parte de la economía real de todos los individuos que la conformamos. Mucho se ha hablado del ingreso de China e India al mercado mundial, como los grandes sostenedores de la marcha de la economía mundial. Los cambios estructurales del comercio en el mundo cambiaron, provocando que los precios relativos de bienes relacionados a la tecnología descendieran por el acceso e incidencia de la producción de China principalmente, lo que acarreo a que una gran masa de consumidores ingrese anualmente a conformar un mercado cada vez más grande. En los años setentas en los EEUU los bancos daban créditos hipotecarios a individuos y unas ves que dichos bancos llegaban a un porcentaje determinado de su cartera de colocaciones, los bancos dejaban de prestar. Una agencia gubernamental (Ginnie Mae) comenzó a comprar la cartera hipotecaria de los bancos para que estos tuvieran el dinero líquido para seguir prestando y moviendo la rueda. Con esas carteras se armaban paquetes de hipotecas y se emitían títulos valores con las hipotecas como garantía, para que otros inversores lo financien, que no es otra cosa que ceder el crédito para tener inmediata liquidación y seguir prestando. En 1998 se produjo una innovación financiera en EEUU que consistía en que los fondos para generar préstamos hipotecarios para adquirir propiedades inmobiliarias, ya no provenían solo de fuentes locales sino que podían comerciarse mediante la bolsa, generando que inversores extranjeros puedan invertir en este tipo de activo financiero. Uno de estos instrumentos son los CDOs (collateralized debt obligations). En otras palabras, inversores extranjeros colocaban dinero para que este pueda financiar la compra de bienes inmuebles por parte de familias o individuos de EEUU. Inicialmente estos préstamos eran un monopolio de bancos, pero cuando llega la competencia, las instituciones comienzan a buscar alternativas más beneficiosos en la inversión de bienes inmuebles, para darle más rendimiento a su cartera de clientes. Paralelamente inversores de todo el mundo venían con grandes flujos de efectivo producidos por el boom asiático y los crecientes precios del petróleo, demandando buenos retornos para sus potenciales inversiones. Allí es donde aparecen las hipotecas, que buscan otorgarles créditos a individuos cuyo nivel de ingresos estaba catalogado como “riesgoso” como para concederle un préstamo tradicional. Al tener mayor riesgo, la tasa que pagan es mayor a la de aquellos individuos que al pedir un crédito califican para recibir los préstamos tradicionales. De esta forma lograban darle rentabilidad a los fondos líquidos disponibles de inversores de todo el mundo. En el 2002 el volumen de créditos representaba el 7% del mercado hipotecario, en el 2007 era del 12,5%. Cualquier observación rápida concluiría que es bajo el nivel que representan estos créditos, pero las apuestas a este tipo de inversión no fueron con dinero genuino de un banco de inversión, sino que a su vez ellos tomaron deuda para invertir en las hipotecas. Se hicieron inversiones de hasta 100 millones de dólares. La importancia radica en que gran parte del sistema financiero global incursionó en estas inversiones y la caída de los precios de inmuebles en los EEUU genero, además de perdidas abismales y caída de instituciones importantes, una crisis de confianza. Los mercados también son esencialmente psicológicos; en contextos buenos las expectativas pueden verse demasiado eufóricas y hacer crecer los precios de manera geométrica, aunque los peores casos son cuando las expectativas son negativas, las caídas o ajustes son violentos, con pánico. Las instituciones involucradas en las inversiones de hipotecas se enfrentan a varios problemas, los inversores quieren recuperar su dinero y a su vez los prestamistas no quieren seguir financiándolos. Bajo esta crisis de confianza, los inversores se han vuelto más conservadores, y han llegado tan lejos, que ha afectado a sólidos prestamistas, frenando la inyección de crédito necesaria para el funcionamiento normal de una economía. Esto acarrea a una recesión que pone en riesgo los préstamos para tarjetas de crédito y otros tipos de deuda, generando así un círculo vicioso negativo.

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